El sentimiento de culpa

CulpaTodos nos hemos sentido culpables en algún momento de nuestras vidas.

El sentimiento de culpa aparece cuando tenemos la percepción de que hemos hecho algo que ha perjudicado a alguien o que ha infringido las normas éticas o sociales.

Se trata de un sentimiento que, aunque no nos guste, puede ser muy positivo si somos capaces de gestionarlo adecuadamente, ya que nos ayuda a adaptarnos a nuestro entorno.

En concreto, cuando aparece el remordimiento, tenemos la oportunidad de tomar consciencia de que hemos actuado de manera inapropiada. De esta manera, podemos decidir emprender acciones para intentar reparar el daño provocado e, incluso, para evitar que la misma situación se repita en un futuro.

Sin embargo, ¿qué ocurre cuando la culpa aparece sin que exista ningún motivo objetivo que la justifique? ¿O qué pasa si hay un motivo pero la persona se recrea y se queda presa de este sentimiento sin pasar a la acción?

Este tipo de culpa es un sentimiento inútil, destructivo y tóxico que, en lugar de ayudarnos, nos perjudica.

De hecho, cuando una persona se autoculpabiliza de manera desmesurada y frecuente, acaba menospreciándose a sí misma y deja de valorarse de manera positiva.

Estos sentimientos tan negativos suelen ir asociados a baja autoestima, perfeccionismo, grado elevado de autoexigencia, tristeza, angustia y pensamientos obsesivos.

Por lo que respecta a la baja autoestima, ésta hace que el sujeto se fije más en las cosas que ha hecho mal que en aquellas que ha hecho bien, que le dé mucha más importancia a las primeras y que, al sentirse culpable, se autocastigue sin contemplaciones.

A través de la autoculpabilización exagerada, el individuo se engaña a sí mismo y llega a creer erróneamente que no ha sido capaz de controlar algo que podía haber controlado fácilmente, de manera que aparece la impotencia, la frustración y la ansiedad.

Incluso, cuando el sentimiento de culpa es muy intenso y difuso, la persona no es capaz de identificar aquello que le provoca esta sensación, de manera que surge un pésimo estado de ánimo. Además, aparecen grandes bloqueos en la toma de decisiones.

En este caso concreto, podemos afirmar que el sentimiento de culpa se ha vuelto patológico y puede llegar a alterar muy negativamente el día a día de la persona que lo sufre, ya que no la deja avanzar, crecer y mirar hacia el futuro con esperanza.

Si esta es tu situación, siempre puedes buscar la ayuda de un psicólogo que te ayude a gestionar el sentimiento de culpabilidad para que se vuelva útil o desaparezca definitivamente de tu interior.

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¿Y tú qué aprendizajes sacas de la crisis del coronavirus?

En el siguiente vídeo el conferenciante y experto en motivación Victor Küppers reflexiona sobre las lecciones de vida que está aprendiendo él mismo sobre la crisis del coronavirus. ¿Y tú qué aprendizajes estás sacando de esta etapa vital tan dura y adversa?

 

Fuente: canal You Tube de Leo Piccioli

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COVID-19: La vida tenía otros planes

otros planes

En esta etapa vital tan adversa para la mayoría, podemos aprender que es bueno tener deseos, ilusiones, planificar y crearse expectativas, siempre y cuando seamos conscientes de que no podemos controlar totalmente nuestro futuro. Quien nos iba a decir hace un tiempo que no nos sería posible realizar lo que habíamos planeado para el mes de marzo, abril, mayo…

La vida a veces tiene otros planes diferentes de los nuestros… aceptarlo en estos tiempos es fundamental. Ahora más que nunca podemos darnos cuenta de ello por los proyectos de futuro que quedaron truncados por la crisis inesperada provocada por el COVID-19.

En relación a cómo nos proyectamos en el futuro, conviene aprender que a veces en lugar de tener tantas expectativas nos es más útil mantenernos expectantes de la manera más serena posible.

Ahora, pensando en qué nos deparará el futuro más o menos inmediato, es un buen momento para hacer este ejercicio. Mantengámonos expectantes con la confianza de que intentaremos reaccionar de la mejor manera posible ante los problemas que se nos vayan presentando durante esta etapa y una vez llegue a su fin. Haremos lo que podamos.

Para mantenernos expectantes de manera serena, no vale entrar en pensamientos negativos que se hacen repetitivos y se convierten en bucles autodestructivos.

Y es que elucubrar sobre un futuro incierto, preocuparnos por algo que todavía no ha llegado con angustia, hace que malgastemos la energía vital que tenemos en algo que no podemos controlar, en lugar de invertirla en el presente y tenerla a mano para cuando ya sí podamos aplicar soluciones. Será entonces cuando seguramente necesitaremos esa energía… cuidémonos mientras tanto para conservarla y mantenernos fuertes psicológicamente.

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Una preciosa lección de vida…

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Trastorno histriónico de la personalidad: puro teatro

tr_histrionico¿Uno de tus amigos se muestra excesivamente sociable, emotivo y solamente se siente cómodo cuando llama la atención y es el centro de todas las miradas? ¿Tu pareja acostumbra a flirtear con otras personas, mostrándose provocativa y seductora? ¿Alguno de tus parientes se comunica con muchos aspavientos durante las reuniones familiares, gesticulando y dramatizando más de la cuenta?

Puede que estas personas con las que intentas interaccionar a diario, haciendo un gran esfuerzo para no contagiarte de sus altibajos emocionales, tengan un problema psicológico llamado trastorno histriónico de la personalidad.

Este trastorno se caracteriza por un patrón de excesiva emotividad –siendo las emociones rápidamente cambiantes y superficiales- y búsqueda de atención.

De hecho, el sujeto con trastorno histriónico de la personalidad tiende a entusiasmarse con la misma facilidad con la que se desilusiona, enfada o aburre. Se deja guiar por los sentimientos del momento y por la intuición.

En consecuencia, puede dejarse llevar impulsivamente por determinadas situaciones o personas, lo que le puede provocar conflictos y problemas que no siempre resultan ser tan fugaces y transitorios como sus propias emociones.

Por lo que se refiere a la búsqueda de atención, no soporta la indiferencia y la desaprobación de los demás. Demanda, muchas veces de manera indiscriminada e insaciable, afecto y aceptación.

Dicho de otra manera, necesita ser el centro de atención de todas las personas de su entorno como si esto fuera el aire que respira. Si percibe que no goza de esta atención, la demanda utilizando diferentes estrategias como la manipulación, la seducción a través del aspecto físico, el dramatismo o la teatralidad.

El individuo con este trastorno tiene un comportamiento social que le da la apariencia de ser alguien muy seguro de sí mismo. Nada más lejos de la realidad. Se trata de una persona altamente sugestionable que se deja influir por los otros o por las circunstancias.

El hecho de que se vea a sí mismo como alguien encantador, extrovertido y deseable hace que no sea consciente de que tiene un problema que puede llegar a interferir negativamente en su vida.

De todos modos, es muy probable que acabe acudiendo a la consulta del psicólogo cuando siente que no tiene todo el afecto y la atención que necesita, a pesar de los intentos de manipulación para conseguir que estén por él, lo valoren o alaben de manera constante.

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